Homenaje al poeta colombiano Eduardo Carranza en su centenario


“Un domingo sin ti, de ti perdido, es como un túnel de paredes grises, donde voy alumbrado por tu nombre”. Eduardo Carranza 

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Eduardo Carranza

Eduardo Carranza ha sido uno de mis poetas favoritos desde mi infancia, porque lo leíamos en el colegio en el que estudié, con una dedicación de la que muchos se admirarían. La forma como en sus poemas hablaba del amor y la melancolía me trasportaban a otras épocas y como describía la soledad, la naturaleza y los sueños, me sirvieron en muchos momentos de inspiración, ya que es un autor que al leerse tiene esa cualidad única de animar a hacer poesía. Además tuvo la suerte de traspasar esta única y especial calidad poética a su hija María Mercedes Carranza, una de las poetas más importantes de finales de siglo en el país. Por estas y más razones, Eduardo Carranza es considerado en estos momentos el poeta de Colombia, lo que ha hecho que este 2013 sea considerado su año, en homenaje a sus 100 años de natalicio y 28 de su muerte.

Este poeta que nació un 23 de julio en Villavicencio, se caracterizó por ser toda su vida una persona entregada a los libros por encima de todo, lo cual lo llevó a tener vocación de bibliotecario. Cuando joven se le reconocía en las calles por donde vivió, viajar en un bibliobús a falta de carro. Era todo un viajero entre libros y todo un poeta entre intelectuales. Además de ser poeta, fue un reconocido periodista y profesor a nivel nacional que impulsó y dio a conocer una nueva cara de la narrativa colombiana hacia el mundo, a través de su forma lírica de escribir y de hacer literatura.

Su infancia transcurrió en la vereda Apiay, en la finca la Esperanza de Villavicencio. Fue un niño creció humilde como campesino, caminando de la mano de libros como Las Mil y Una Noches y la ficción de Julio Verne. Estudió en el colegio de monjas «La Presentación». Después recibió una beca para estudiar en la Escuela Normal y desde los 14 años se dedicó a otra de sus pasiones, la docencia. Fue profesor de importantes instituciones educativas de educación media y superior en el país. Uno de sus más conocidos estudiantes fue el poeta Álvaro Mutis, quién dijo lo siguiente sobre Carranza: “Eduardo Carranza fue mi profesor de literatura española en El Rosario… él transmitía por la palabra escrita en español… auténtica devoción a través de la fiebre de sus palabras, de la eficacia de su verbo. Yo salía como en trance, y recuerdo que quedábamos como iluminados, tocados, porque él estaba tocado. Él era un iluminado de la poesía… No hay una sola línea de mi poesía donde Eduardo no esté”.

¿Por qué razón trascendió tanto la voz de Eduardo Carranza? Esencialmente, por su calidad poética. Además, porque fue el cantor insigne de la patria. Pero, sobre todo, por la arquitectura melódica de sus versos. La suya fue una voz pura, auténtica, plena de lirismo. Sus creaciones sorprenden por su exquisitez metafórica y originalidad en su lenguaje poético. Carranza no recurre a vocablos arcaicos para expresar la belleza de su tierra, esta Colombia que llevó en el alma. Lo que uno encuentra en sus versos es un lenguaje de alta creación literaria.

Esa nueva poesía ‘nació’ en los suplementos literarios de EL TIEMPO, del cual llegó a ser director, y se consolidó con ‘Canciones para iniciar una fiesta’ (1936), su primer libro publicado y el que él mismo llamó “un campo de batalla de la nueva poesía”. Su obra fue analizada por su hija María Mercedes, quien la dividió en dos etapas. La primera, desde 1936 hasta 1957, una “poesía exuberante, deslumbrante y efectista”, con metáforas relacionadas con la naturaleza. Sus temas son muchachas, adolescentes, amor juvenil, infancia y, por su puesto, su Llano, el “Llano llanero”. La segunda etapa de su obra, con una poesía más madura y profunda, llega en los últimos 15 años de su vida. Sobresale Epístola Mortal, el reflejo del Carranza enfrentado a la vejez, la tristeza, los recuerdos y la muerte.

“En realidad mi poesía está muy enraizada en los recuerdos, que se hacen inesperadamente poderosos y pugnan por salir, pugnan por expresarse; ( …) y en ellos transcribamos nuestra alma, nuestra vida, nuestro corazón”. Eduardo Carranza. Marzo 27 de 1987.

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Grupo «Piedra y Cielo»

Años después, en 1939 fundó en compañía de Jorge Rojas, Arturo Camacho Ramírez, Gerardo Valencia, Carlos Martín, Tomás Vargas Osorio y Darío Samper el movimiento poético de Piedra y Cielo. Los piedracelistas influyeron en escritores como Gabriel García Márquez, quien en una entrevista a Juan Gustavo Cobo Borda en 1981, confesó que «Piedra y cielo» (1939) fue fundamental para él, afirmando que:

«La verdad es que si no hubiera sido por “Piedra y Cielo”, no estoy muy seguro de haberme convertido en escritor. Gracias a esta herejía pude dejar atrás una retórica acartonada, tan típicamente colombiana….Creo que la importancia histórica de “Piedra y Cielo” es muy grande y no suficientemente reconocida…Allí no sólo aprendí un sistema de metaforizar, sino lo que es más decisivo, un entusiasmo y una novelería por la poesía que añoro cada día más y que me produce una inmensa nostalgia.»

Eduardo Carranza no fue solo el cantor de los ríos y las llanuras, de los montes y las quebradas. La exaltación de la mujer como depositaria de sus sueños fue también una constante en sus poemas. En ‘La sombra de las muchachas’ aparece un artista que elabora su poesía con los elementos creativos que le proporciona la mujer. Podría decirse que fue un fiel discípulo de Gustavo Adolfo Bécquer. Quizá por esto lo llamó “venerable abuelo mío”. ¿Quién no recuerda ese “Teresa, en cuya frente el cielo empieza /, como el aroma en la sien de la flor /. Teresa, la del suave desamor / y el arroyuelo azul en la cabeza?”. Carranza tuvo muy clara esta rima del español: “Mientras exista una mujer hermosa, habrá poesía”. Andrés Holguín dijo que Carranza es “el más admirable caso de una vida consagrada, por entero, a la poesía“. Esto es cierto. Carranza vivió para la poesía. Hizo de ella un altar donde ofició como máximo sacerdote.

Años después fue nombrado, en el cargo más honroso de su vida: Director de la Biblioteca Nacional de Colombia, donde tuvo que afrontar los horrores del 9 de abril. En 1951, fue nombrado diplomático en Madrid, donde desempeñó una intensa gestión cultural. Llegó a España con su familia, en una época de pobreza y aislamiento. Allí conoció a los escritores españoles del momento: Azorín, Vicente Aleixandre, Camilo José Cela, José Ortega y Gasset, Pedro Laín, Gregorio Marañón, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, José Hierro y Antonio Tovar, todos figuras de primer orden de las letras españolas. Una gestión muy importante estando en España consistió en convencer al Gobierno español para que autorizara, mediante un convenio, la publicación de las preciosas láminas de la Expedición Botánica.

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Eduardo Carranza con Dalí

Fue muy cercano a Dalí y su esposa Gala, haciendo que estrecharan una relación de amistad con su familia, viviendo en la casa de ellos un tiempo. En 1972, publica Hablar soñando y, en 1973, su último libro Epístola mortal. En estos dos libros finales, para Eduardo Carranza, en palabras de su hija María Mercedes “ya no existen ni la mujer, ni la naturaleza, solo él, sus muertos y sus recuerdos”. Se plantea el desengaño esencial frente a la destrucción inevitable del tiempo y de la muerte.

Dentro de los homenajes que se le rendirán en el Año Carranza, la Biblioteca Nacional de Colombia prepara un libro digital para tabletas y web sobre la vida y obra del poeta llanero con la recopilación, digitalización y conservación del archivo oficial de las obras de Eduardo Carranza, el cual estará disponible para consulta y ejemplo de las actuales y futuras generaciones. El Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional también dotarán de tabletas a todas las bibliotecas y entidades educativas del Meta que lleven el nombre de Carranza. Asimismo, se planea que en pocos años el gobierno construya la Biblioteca en honor a Eduardo Carranza.

Carranza seguirá haciendo parte por siempre de nuestra narrativa colombiana. Pablo Neruda, gran amigo del poeta, describió a Eduardo Carranza de esta manera: “Tú eres la frente poética de Colombia, de esa Colombia dividida en mil frentes, de esa patria sonora, poblada por los cantos secretos de la enramada virginal (…) “En tu poesía se cristalizan, cuajándose en mil rosetas, las líneas geométricas de vuestra tradición poética, y junto a su vigor un sentimiento”.

Poemas de Eduardo Carranza en Casa de Poesía Silva

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